Con la fecha límite del 14 de octubre de 2025, cuando Microsoft dejará de dar soporte a Windows 10, muchos usuarios se encuentran ante un dilema. ¿Qué hacer con sus sistemas operativos? La sugerencia más común que se ha escuchado en foros y redes sociales es: «deberías probar Linux«. Así que decidí aceptar el reto y experimentar por mí mismo una migración completa a Linux, específicamente a Ubuntu, durante un mes entero.
Mi relación con Linux no era muy cercana. La última vez que lo instalé fue hace años y, si soy honesto, no fue una experiencia particularmente positiva. Recuerdo haberme sentido abrumado por el proceso de particionamiento y la falta de documentación amigable. A pesar de ser un entusiasta de la tecnología, mi experiencia había sido más bien escasa. Después de más de 15 años utilizando Windows y cerca de 20 con macOS, me consideraba un novato en el mundo de Linux.
La elección de la distribución fue el primer paso crítico. Investigué varias opciones y probé algunas durante varios días. Mi elección final fue Ubuntu, conocido por su facilidad de uso, especialmente para principiantes. Esto se debe a que es una de las distribuciones más recomendadas para quienes están dando sus primeros pasos en Linux.
Instalación rápida y sencilla
Aunque la instalación no dura exactamente cinco minutos, el proceso ha mejorado notablemente. Al volver a instalar Linux después de tanto tiempo, noté que la comunidad de desarrolladores ha simplificado el proceso. Lo más complicado fue crear una unidad USB de instalación y arrancar desde ella. Sin embargo, el asistente de instalación de Ubuntu lo hace que casi todo sea automático: desde la configuración del particionamiento hasta la llegada al escritorio. Si puedes instalar un programa gratuito, podrás con la instalación de Ubuntu sin problemas.
¿Y si prefieres no abandonar Windows de inmediato? También puedes optar por un dual boot, que permite tener ambos sistemas operativos en la misma máquina sin complicaciones adicionales.
Adaptación al nuevo entorno
Los defensores de Linux siempre afirman que puedes encontrar alternativas para casi cualquier software de Windows. Sin embargo, la realidad es que la adaptación requiere tiempo y paciencia. Para tareas cotidianas como navegar, enviar correos y realizar trabajos de oficina, la tienda de aplicaciones de Ubuntu tiene buena variedad de opciones.
Además, puedes instalar aplicaciones mediante archivos .deb o .rpm, que son equivalentes a los .exe de Windows. Esto significa que no es necesario recurrir exclusivamente a la línea de comandos (que esa era mi impresión antes), aunque en algunos casos puede ser útil.
El mayor desafío al migrar a Linux es encontrar las herramientas adecuadas para tus necesidades. Por ejemplo, utilicé Writer como alternativa a Word, pero experimenté problemas de estabilidad. Finalmente, opté por OnlyOffice, que se asemeja a Word, pero también presentaba errores. La búsqueda de aplicaciones alternativas puede ser frustrante, y en algunos casos, como con los gestores de portapapeles o las inserciones de emojis, me resultó complicado encontrar opciones que funcionaran como esperaba.
Aunque en este sentido, muchas de las herramientas de escritorio de mi día a día han ido migrando a SaaS, por lo que soluciones como Google Docs o Notion fueron las definitivas en muchos casos. Accedo a ellas sin problemas desde el navegador.
Un sistema en evolución
Desde mi perspectiva, uno de los mayores inconvenientes de Linux es su fragmentación. A menudo, la instalación de aplicaciones y componentes del sistema puede ser menos fluida de lo que muchos pro-Linux afirman. En varias ocasiones, intenté instalar ciertos programas desde la tienda de aplicaciones sin éxito, lo que me llevó a recurrir al terminal, donde también enfrenté errores.
Incluso encontré problemas con la conexión Bluetooth de mi Lenovo. La conexión de mi auricular inalámbrico no se realizaba automáticamente, lo que requería intervención manual en cada reinicio.
A pesar de la abundancia de foros de soporte, la terminología técnica puede ser confusa para un principiante. Irónicamente, fue a través de ChatGPT que obtuve algunas respuestas a mis dudas y logré resolver ciertos problemas.
La conclusión del asunto es…
Después de un mes usando exclusivamente Ubuntu, puedo afirmar que la experiencia ha sido positiva. Para un uso básico de navegación, correo y tareas de oficina, Linux no tiene nada que envidiar a Windows. La transición es viable y, tras unas horas de uso, te sentirás cómodo. Sin embargo, si te alejas de las funciones básicas, la instalación de aplicaciones y la variedad de formatos puede complicar las cosas. Para un principiante, la idea de utilizar el terminal para resolver problemas puede resultar desalentadora. Además, encontrar alternativas a aplicaciones específicas podría requerir más tiempo del anticipado. Aunque existe la opción de utilizar Wine para ejecutar programas de Windows, esta solución puede añadir más complejidad al proceso.
Así que ahora te toca a ti… ¿te atreves con Linux un tiempo? Cuéntanos en comentarios cómo ha ido la experiencia.